Hay momentos en que nos empezamos a atrofiar, dejamos de crecer y el Señor tiene que enviar nutrientes para que crezcamos, de igual forma que el labrador tiene que mandar fertilizante a las plantas que lo necesitan. Recuerda, los sueños no mueren; en tu ADN está el poder de la resurrección porque esa misma tierra que crees que te enterró es la que te va a ayudar a subir, a reinventarte, a crecer. Un mensaje imperdible.